El grito de espanto del conductor radial me sobresaltó. Había mandado la tanda cuando la cortó en seco: para anunciar que le estaban pegando a Berni.
El Ministro de Seguridad estaba siendo golpeado por colectiveros exaltados por que habían asesinado a uno de ellos .
La tele transmitía en vivo esa imagen tan imaginada y temida a la vez: un político apaleado.
Ese día llegó. ¿POR QUÉ?
La demanda de seguridad es uno de la más importante de la sociedad. Los delitos suceden cada vez más. Hay zonas calientes donde te matan por nada. Y frente a eso las respuestas de los gobernantes son pobres, pobrísimas. Promesas que casi nunca se cumplen.
Por eso, las trompadas a Berni, aunque no creo en la justicia de las piñas, son una reacción de fastidio contenido. Como una olla a presión que un día explota y todo vuela por el aire.
CUIDADO
La clase política debe tomar nota urgente de este episodio. Además de espantarse demagógicamente por las trompadas tendrían que revisar sus actuaciones, sus promesas, su falta de sensibilidad, y sus malas decisiones.
La gente (esta vez los colectiveros) cansada de todo se convierte en juez y parte. Como atrapan un ladrón y lo linchan ya no se comen las explicaciones de los funcionarios que en muchos casos son promesas que casi nunca se cumplen.
La dirigencia política no pega una: inseguridad, pobreza, hambre, inflación. Y la población no da más. Y cuando no se da más, la reacción se vuelve incontrolable, salvaje, y CUIDADO, porque un pueblo herido, sin respuestas es muy peligroso.
Autocrítica señores