Ignacio camina despacio aunque no está cansado. Pisa las piedras del camino como si nada. Todavía le queda un tramo largo y sinuoso para encontrarse con sus amigos y empezar a trepar…
Lleva una soga larga enroscada en la espalda, una bolsa en la mano y unas sandalias y zapatillas que cuelgan atadas del cinto. También lleva una cantimplora y nada más.
Ya dejó atrás el Manzano Histórico y puso rumbo hacia la cordillera que se levanta frente a él, imponente.
Son las 10 de la mañana, el sol quiere ganarle a las nubes pero le cuesta. Sopla una brisa bastante leve para lo que es la zona.
Ignacio va sin apuro, de a poco el camino empieza a empinarse, pero falta. Pasa por delante de una bandera Argentina deshilachada que alguien colocó en el camino con un palo que la sostiene
-¿Por qué ahí?
Él es uno de los tantos guías de montaña que aceptan el desafío de la Cordillera de los Andes. Es chileno pero vive en Perú. Tiene unos 35 años, estudió y cuenta con cierta experiencia en estos desafíos de escalar.
Está yendo hacia su próximo objetivo, el Cajón de Arenales. Cada tanto levanta la vista y lo ve hacia su izquierda. Es una pared de piedra altísima que impresiona de solo mirarla.
-No es difícil. Solo hay que tener paciencia y no desesperarse, dice Ignacio como si se tratara de algo fácil.
Le pregunto si no hay desesperación colgado. Eso nunca -me dice- jamás debe ganarnos el miedo.
Los guías de montaña saben que si se respeta el manual y se lo sigue nada puede pasar.
Habla con mucha calma. Sabe que la trepada le demandará muchas horas. Que arrancarán después a la tarde y que los agarrará la noche colgada.
-¿No duermen? pregunté
-Ignacio sonríe. – ¡claro que dormimos!,
Entonces pasa a contarme cómo duermen en la pared de una montaña.
– Cuando llega la noche y viene el sueño me armo una hamaca y me duermo colgado. Mis amigos – dice Ignacio- tienen una carpa que se arma casi en el aire. Es más cómoda pero muy cara!
Intente imaginar la escena. De noche, pegado a una pared de piedra, sostenido a cientos de metros por una soga y DURMIENDO!!!
El guía de montaña mira mi cara que refleja el susto de solo pensar la situación y antes de seguir su ruta hacia el Cajón de Arenales me dice:
«Ahí arriba se trata de controlar los nervios y de no entrar en pánico, el resto es fácil”
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